lunes, 3 de junio de 2013

Su revancha



I. Soñó con una presa sesentona, lenguaraz, de malla entera floreada.
Sueño recurrente. Víctima recurrente.

II. Se levantó tempranito, antes de que el chaperío sea un horno.
El dolor de cintura. Molestia de mierda.

III. Tomó unos mates, haciendo tiempo hasta que la marea baje del todo.
Don turista, tanto que le gustaría vivir frente al mar, oiga, le cambio la residencia. Venga, disfrute de mi casa frente al mar. Voy, disfruto de su aire acondicionado y su televisor. Pensamiento recurrente.
Suspiró.

IV. Atascada en el tiempo quedó la primera pleamar del día.
Fue en busca del gancho. La gorra. El balde blanco.
Caminó. Caminó.
La cintura.

V. Media hora de marcha hasta llegar a las rocas de siempre.
Acá se amontonan. Lejos de la gente. Bien hacen.

VI.  Tres horas para juntar treinta y cuatro pulpitos.
Destreza y concentración que en temporada se traduce en negocio.
La cintura chillando, todo el tiempo.

VII. El regreso. Media hora más. El sol que lo apuñala.
El almuerzo (pan y mortadela. Gaseosa Patagonia de pomelo, fresca). Manjar.

VIII. La siesta. ¡Oh! Otra vez el sueño… La vieja chillona. La malla floreada.

IX. Lo peor: Salir a vender.
Más caminata. Poner el rostro ante la gente, gente, gente.

X. En el horizonte una malla floreada.
Mueca de gozo.
Señora que no deja de conversar con ese tono de voz…
(Está tan distraída, pobre, ¡mamita! je).
Y ahí va, encorvado, al acecho,  a sacarse el cansancio de encima:
¡¡¡Hay pulpitooooo!!!
Grito vengador que enciende otro grito. Un chillido terrorífico. El susto hecho carne en semejante alarido.

La risa colectiva. 
La cintura que ya  no duele.

Su revancha.


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